domingo, 14 de marzo de 2010

Venía pensando en toda sarta de pendejadas que he dicho en la semana. Algunas veces uno se vuelve mitómano por accidente no por convicción. El estado de autodefensa se coloca como caparazón pero a veces se interna en la piel, tan fuerte, que se apropia de las palabras mentales y dentales (sí, esas que salen de dientes pa'fuera).



Curioso es que venía en el auto y al dejarlo estacionado sentí la necesidad de charlar, me cuestioné, me regañé, me abracé, me di ánimos y por fin pude ver esa especie de iluminación interna que había perdido. Es increíble que el pensamiento tome conciencia, como su supiera que existiese sin la autorización del yo f'isico. Entonces observas, entonces sientes, entonces te puedes juzgar.



Ahora simplemente me toca arreglar las palabras una vez más, aprender el lenguaje, dejar la mitomanía que no va conmigo. Seguramente, sólo hay dos cosa que no pueden arreglarse: la dichosa muerte y la muerte de sentido. La primera no puedo superarla, pero la segunda, al menos ya logré una parte.

Suerte es que mi conciecia va siempre de la mano.

1 comentario:

  1. a final de cuentas es uno el que esta... solo es dueño de uno mismo y de nada mas... aunque a veces quisieramos un poco de ese poder/control...

    Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende

    Saludos!! :)
    Ramon

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