Estaba aún en la cajita, arriba de la otra.
Paquetito de regalo.
No sé qué esperaba... ¿no lo abriría? ¿Lo dejaría ahí, sin ánimos de
capturar nada? Empolvándose.
No sé que esperaba.
Es que la fotografía no se toma por sorpresa, no se busca
verse bonito, click, click, no es el botoncito, eso se siente,
muy dentro y llama, como si la intuición se volviese una
conciencia interna, entonces es cuando te das cuenta que es tiempo.
Abrí el cartoncito... no me acordaba cómo poner el rollo debo admitirlo
(por cierto que un amigo me dijo que le gustaba el olor, no pude
evitarlo) y finalmente lo inserté.
Es tiempo, la cámara me ha poseído.
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