Tengo 8 años viniendo a esta lavandería: La burbuja, en el mero corazón de TJ. No tengo idea por qué, pero soy cliente fiel. Aquí encuentra al Emiliano, ya tuvo una niña, creo que ya va pa´l año; uno de los dueños, el chino, nunca habla y reposa en la silla, como resguardando la caja todo el tiempo, es el único que conozco y ahora que analizo, nunca he visto La burbuja de día. Es para aquellos desvelados o despidados o irresponsables que deseen comenzar a las 8pm a tallar prenditas.
Alrededor, todo tipo de gente. Mi abuela solía decirme que las lavanderías contagiaban enfermedades, sepa. Pero me gusta ver a la gente, la señora de los sábados, siempre pensando, tiene los pies pequeños, aún más pequeños que los míos y yo soy 5 y medio (american size), la viudita del walkman y hoy un muchachito que ha dado 3 vueltas y vaya que es grande el lugar, hablando por teléfono, una novia, el vecino, el cobrador, el banco, pero por la cara, está enamorado.
No hay mucho que hacer, sino ensimismarse en algo, el libro, el ipod, el color de la pared, el colibrí mal pintado, el teléfono. Odio los jodidos teléfonos!, por eso cargo con mi cosa virtual, porque estas nuevas laptops mini son una porquería, pero una porquería útil.
Llego, me siento, tomo mi coca-cola y me interno en las paginitas o leo algún e-book. Pero lo que más me gusta es ver gente. Así que me hago la loca y observo.
La lavandería, maravilloso lugar de diversidades.
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