Osho dice:
“Los niños nacen con un enorme amor hacia sí mismos. Es la sociedad la que destruye ese amor, es la religión la que destruye ese amor, porque si el niño se sigue amando a sí mismo, entonces, ¿quién amará al líder religioso? ¿Quién amará al presidente? ¿Quién amará a sus padres? El amor de un niño hacia sí mismo ha de ser desviado. Hay que condicionarle de manera que su amor se dirija siempre hacia un objeto externo. Esto hace al hombre muy pobre, porque cuando quieres a alguien externo a ti -ya sea el papá, tu padre, tu esposa, tu marido, tus hijos-, cualquiera que sea el objeto de tu amor, te vuelve dependiente de ese objeto.
A tus propios ojos te conviertes en algo secundario, te conviertes en un mendigo.
Hola, Silvia:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu blog.
Te envío un afectuoso abrazo,
Gonzalo