jueves, 3 de junio de 2010

Second chance...


Aceleraba, pensaba en lo arrugado del suéter de mi hijo; aceleraba y cantaba esa rola que he tocado varias veces; aceleraba, me preocupaba la hora, ya era un poco tarde. Antes de llegar había consultado la página de Google map. Me perdí, di una vuelta, dos, seguía pensando, la costura del vestido de baile, los moñitos, los alumnos que me esperan, la boda, la memoria. Mi vida, mis proyectos, el foro, la llanta que se poncha, las tarjetas, las deudas, lo bonito y me desvié un poco y vi que estaba caminando por el lado incorrecto, entonces vi la vuelta, era obvio: dos carriles en el mismo sentido, el camellón de la izquierda debía tener dos carriles en sentido contrario y veía que no me dirigía a ningún lado entonces traté de dar la vuelta en U para regresar (error mío, de vialidad, de señalamiento, del ayuntamiento) entonces dejé de respirar....

El sonido suele ser escandaloso, las llantas rechinaban, el motor se contraía, como tratando de expulsar del vientre a la misma muerte y cada segundo se volvía eterno, y cada ruido se intensificaba y ensordecía y cada ves más venía hacia mí, hacia mi cuerpo, mis ojos, en ese momento yo sólo dormí los párpados, mi mente en blanco, esperaba recepción de huesos rotos, de fluidez de sangre, de ceguera, de desmayo, y la inmortalidad se redujo a un pequeño golpe, el golpe que me dejaría moribunda, sin brillo, sin nombre.

Varios amigos me dijeron hoy, te acaban de chocar y sales sonriendo. Cómo no, hoy tuve una segunda oportunidad, que me llevaran presa, que me costara el choque, la puerta, el especualista en trauma muscular, el seguro vencido, nada, nada, nada... el resurgimiento de la vida se ve tan intenso que es inevitable el brillo dental...

Crucé un hilo delgado, muy frágil, pero sin duda hay algo que debo hacer... fue lo único que entendí.

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