Aún abrazados en el diluvio, entrepiernas
y con la luz semiapagada del cuarto pequeño
tendidos en el suelo raso de un colchón cuadriculado
incómodo y egoísta
los labios se despiertan en los otros
apenas tocándose
apenas acariciando la sequedad de las grietas del tiempo.
Se acercan, se integran, deseando penetrar las lenguas encendidas
entonces se intenta; primero una, luego la otra
las puntas húmedas y los deseos
sólo el vértice lingual, sólo el dorso.
La explosión del sexo dormido y las ganas de mojar los músculos se prenden
te beso, me besas, te persigo, me encuentras
y mientras me engañas con el juego y el agua
el cuerpo se quema con pasión casi incontrolada
y dejo de aguantar las ganas y dejo entrar a la marea
y dejo que me ahogues
entonces, sin darnos cuenta, nos convertimos en sirenas
de nuestro mar.
Con los ojos aún cerrados y la boca cruzada de lenguas
aún abrazados entre la tormenta
hacemos el amor sin abrir los ojos
sumergidos en el sueño
tomándonos la vida en los labios.
Y ahora...los besos no serán los mismos...
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