domingo, 24 de octubre de 2010

Mientras se prepara el café y se inunda de olor a canela
las paredes llenas de dedos musicales
invaden las cuerdas de guitarras nuevas, chicas, gorditas, flaquitas
esperando ser usadas.
Y los sonidos que recordaba se vuelven tenues y secretos
y los recuerdos y bellos pasajes se iluminan por
una pequeña lucecita amarilla.
Y se asoma una araña que se escapa de la telaraña,
y se asoman las risas y la brisa de una noche
Jazz, Vai, y un poco de tu música
Entonces crece una amistad y se cuece con los
sorbos de una, dos, tres tazas de café con tres de azúcar.

Así termina el día y la buena música de Vicente Amigo.


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Ad líbitum